Esta idea tan innovadora y diferente se gestó durante la estancia del personal en prisión. Observaron que los criminales se las ingeniaban para crear ejercicios estando limitados por el espacio y el equipamiento a disposición. El entrenamiento dura 45 minutos y acerca a quien lo realiza a la experiencia que sus mismos entrenadores tuvieron durante su confinamiento.

“Un trabajo es mucho más que un simple ingreso, se trata de tener un propósito, una rutina y sentirse útil. Si no tienen un empleo, sólo el 26% de las personas que salen de la cárcel encuentran trabajo”, explicó la co-fundadora de Hard Yard London, Frankie Bennet, en una entrevista a Vice Impact.

En una encuesta de YouGov encargada por el Departamento de Trabajo y Pensiones de Reino Unido en 2016, demostró que la mitad de los empresarios no contratarían a ex convictos sin importar el delito o la sentencia recibida.

Actualmente, tres prisiones londinenses son las fuentes de contratación de la empresa de fitness. Una vez que los reclusos son liberados, sus nuevos empleadores los ingresan en sus programas de entrenamiento, después de los cuales, se convierten en instructores de fitness.

Se les ofrece un espacio para formarse y luego ingresar al mercado laboral. La cofundadora resalta que lo más importante es el sentido de valor y aceptación por la comunidad que se le da a los ex convictos al incluirlos dentro de la sociedad