En lo referente a la conducta humana, mucho de lo que hacemos debería apoyarse en la lógica de que, desde que naces hasta que mueres, hay que hacer en cada momento lo que corresponde según sea la edad. Cuando eres niño toca vivir, jugar, aprender y despreocuparse, porque no hay ni que escribir lo que pasa con el avanzar de los años. Los mayores nos ilusionamos con que nuestros hijos no cometan los mismos errores adultos, especialmente en lo relativo a beber y gastar con las tarjetas de crédito el dinero que no tenemos. Todo se va al traste cuando incluso son los abuelos los que compran al nieto de cinco años su primer teléfono móvil. Por más insensible que suene, abordar el debate de que nuestra juventud empieza cada vez más tempranamente a beber resulta frustrante. España, en todos sus rincones, es un país absolutamente permisivo con la ingesta de bebidas alcohólicas. Ni se está encima de los bares ni mucho menos de los supermercados para evitar el acceso de los más jóvenes a las botellas de vino peleón, whisky barato, ginebra, vodka o ron. No es cuestión de cebarse con los vendedores y poner en cuestión su conducta moral, pero sí hay que cargar contra unas Administraciones que no quieren verse involucradas por todos los intereses cruzados que hay en juego para que los chavales consuman de todo.
El botellón es beber, beber y beber, más el móvil, el wasap y las redes sociales
Durante el pasado verano ha sido motivo de polémica que muchos municipios turísticos de la costa, especialmente en el Mediterráneo, reciban en fechas señaladas a miles de jóvenes extranjeros que se acercan hasta allí para ponerse ciegos de bebida durante unos días. Desde que están en el cochecito, los bebés empiezan a percibir dentro de los bares los olores a cerveza, vino y demás, llevándolos con nosotros a estos eternos vermuts de sábados y domingos. Cada fin de semana la imagen se repite. Acudes a cualquier supermercado y ves pandillas de jóvenes portando bolsas que contienen todo tipo de bebidas a gusto del consumidor. El botellón es beber, beber y beber, más el móvil y el uso del wasap y las redes sociales. ¿Cómo hemos llegado a esto? Pues por el desinterés hacia nuestra juventud, enfrascados como estamos los mayores en nuestras cosas y batallitas personales y dialécticas, dejando de lado lo mejor que una nación tiene como son precisamente las generaciones de más corta edad.
Es obligación de los padres estar ojo avizor con las malas amistades, drogas, botellón y dinero que puedan llevar sus hijos encima
No basta con ofrecer alternativas de ocio a los adolescentes. Se sienten aislados de los temas en los que nos enrolamos los mayores. La familiasiempre ha sido el mejor cobijo para sus miembros. Es obligación de los padres hacerlo lo mejor posible, y estar ojo avizor siempre con las malas amistades, las drogas, el botellón y el dinero que puedan llevar sus hijos encima. La justificación de que les hemos dado de todo, y que deberían de esforzarse más para conseguir determinadas cosas es tan cierta como que vida se escribe con uve. Dentro de su propio país, los jóvenes tienen demasiado tiempo libre y muchas tentaciones a su alrededor con la bebida en primer término. Por si fuera poco, esta no es un sociedad que se altere y plante cara a las borracheras. Dar un giro a todo esto resulta arduo y complicado, porque va implícito en el propio ADN del país y sus ciudadanos. Pero cabe exigir que las Administraciones estén muy encima de que no hay que dar facilidad alguna a los menores para comprar alcohol. Hoy por hoy, los chavales hacen y deshacen a su antojo para acceder a los licores, y prueba de ello es este coma etílico que ha dado al traste con la larga vida que tenía por delante una niña de tan solo doce años.