Inglaterra acaba de dejar sin futuro al resto de la Unión Europea. Se puede decir más alto, pero no más claro. Las versiones complacientes y optimistas que se están dando sobre el resultado del referéndum inglés y lo que va a ocurrir a partir de ahora, no hacen otra cosa que agrandar la brecha del escaso o nulo entendimiento que hay entre Bruselas, los gobiernos europeos, y los ciudadanos de a pié de calle que habitan en ciudades y pueblos de países con serios problemas que ya no se miran bien.
El vuelco total en la situación europea provoca, a partes iguales, desconcierto y enfado entre los ciudadanos. No es un solo país, son todos, de alguna u otra manera, los que han cogido el mismo camino sembrado de indecisión, sobre todo en lo laboral y social. De España a Alemania, me paro en Francia, país en pie de huelgas por la reforma laboral, y donde una anciana superviviente de las SS alemanas, acaba de rechazar a sus 91 años una condecoración del gobierno en pro de la reconciliación. Su respuesta ha sido tajante: “Me es imposible aceptar esa distinción porque soy totalmente solidaria con las luchas de los asalariados contra la ley que usted acaba de imponer por decreto”.
La promoción de Cantabria, de todo lo cántabro, de los productos regionales, tiene en la televisión nacional una plataforma inigualable