El Horno San José, pasado, presente y futuro de Torrelavega
Julián Fernández Iturbe, director gerente el Horno San José y 3ª generación del negocio familiar, nos abre las puertas de una de las empresas que mejor define la ciudad y nos cuenta por qué no es cierto eso de que “Torrelavega huele a chocolate”
El Horno San José (HSJ) lleva invadiendo Torrelavega de olor a chocolate desde 1909, o eso es lo que nos parece hasta que Julián Fernández Iturbe, nieto de los fundadores y director gerente de la empresa familiar, explica que el aroma que se respira en las inmediaciones de la fábrica no es exactamente lo que pensamos. “No huele a chocolate, huele a café. El olor del chocolate nunca se expande porque es una masa que se hace fría, el café es lo que se tuesta aquí en frente y lo que huele es el torrefacto, que se tuesta con azúcar. Ese es el olor dulce que parece chocolate, pero que en realidad es azúcar quemado.”
Nada hacía presagiar por aquel entonces a Aquilina Gutiérrez Sánchez y a Manuel Fernández González que su modesto establecimiento en Torrelavega terminaría por convertirse en una seña de identidad de la comarca. El Horno San José -del que según el nieto de los fundadores “nadie sabe con certeza de dónde viene el nombre”-quizá no tenía como gran objetivo convertirse en toda una industria alimentaria, pero a los pocos años de abrirlo, el negocio de panadería, pastas, chocolates y confitería de este matrimonio logró multiplicarse por cinco al establecer nuevos puntos de venta alrededor de la cuenca del Besaya.
Y desde entonces su pequeño “imperio” de marca y contenido propio no ha dejado de crecer, aunque no fue hasta los años 60 cuando los hijos de Aquilina y Manuel descubrieron un nicho de mercado que podría traerles aún más alegrías: la distribución. “Vieron que además de comercializar los productos de su propia marca, había otras empresas que demandaban distribuidores”, admite Julián Fernández, además de añadir que “ahora mismo el nivel de distribución es un porcentaje importante del negocio y trabajamos con marcas como Gallina Blanca, Fontaneda, Artiach o Marbú”.
En 5 años se murieron los padres de Aquilina, su marido y dos hijos. Por lo que se quedó con otros 12 hijos y con un negocio que fue capaz de llevar adelante. Al final todo el mundo se quedó con el recuerdo de ella como fundadora del Horno San José.
Sin duda este matrimonio supo dejar marcado a fuego en sus hijos que el trabajo y la constancia siempre dan resultado, aunque parece que fue la matriarca la verdadera cabeza visible de este clan torrelaveguense. “En 5 años se murieron sus dos padres, su marido y dos hijos. Aquilina, mi abuela, se quedó con otros 12 hijos y con un negocio y fue capaz de llevarlo adelante. Tuvo muchísimo mérito, porque no sólo consiguió mantener el negocio sino que hizo que creciese. Así que al final todo el mundo se quedó con el recuerdo de ella”. Y no era para menos.
Después de formar parte de la historia de la ciudad –Guerra Civil, Franquismo y Transición-, el Horno San José reconoce estar muy vinculado a la ciudad que le vio nacer. “Estamos hablando de una empresa que tiene 107 años de historia y que ha estado aquí desde que esto era un pueblo a lo que somos ahora mismo. Todo el mundo en Torrelavega conoce al HSJ”. Por otro lado, Julián también extrapola este sentimiento de identidad con la ciudad al Ayuntamiento, por el que reconoce que se sienten muy respaldados. “Aquí sí sentimos el apoyo del Ayuntamiento, pero al mismo tiempo, siempre que el Consistorio ha necesitado al HSJ o siempre que se le ha pedido una solicitud para el pueblo de Torrelavega, ha sabido responder. De hecho, llevamos muchísimos años colaborando en La Patrona, donde organizamos la fiesta del chocolate y un concurso de dibujo infantil. Al mismo tiempo cuando se organiza algún evento nosotros tenemos una furgoneta de degustaciones en la que llegamos a los sitios y damos Tachocao gratuito.”
Intentamos sacar al mercado ideas que ahora vemos que se están demandando más, como la línea de productos sin azúcar. Aunque también se sigue consumiendo el tradicional
Sin embargo, la cosa cambia cuando hablamos del Gobierno de Cantabria. “Echamos mucho de menos las ayudas porque hay subvenciones, pero muy pocas y limitadas. Además siempre están orientadas a condicionamientos que hoy en día son muy complicados de obedecer. Lo normal es que termines valorándolo, veas que no puedes cumplirlo y lo rechaces”.
Pero como en cualquier negocio, hay que adaptarse a las circunstancias de cada momento y, en 2007 decidieron que había que cerrar la clásica panificadora que había dado el nombre de “Horno” a la marca. “En la actualidad funcionan los puntos de venta con un horno en el que se recibe pan congelado o semicongelado y todo eso está hecho en grandes naves que son verdaderas fábricas de pan. Se puede decir que vimos que las panaderías tradicionales como la nuestra iban desapareciendo, por lo que tuvimos que cambiar el chip y cerrar la panificadora”. Lejos de suponer algún problema para la empresa, parece que dejar de hacer pan dio una nueva oportunidad de innovar con nuevos productos y formatos.
“Aunque cuesta ser innovador en una empresa con tanta tradición, intentamos sacar al mercado ideas que ahora vemos que se están demandando más, como la línea de productos sin azúcar. Hemos observado que la gente está demandando más alimentos sin tanto azúcar porque cada día nos cuidamos más.” Y a pesar de la nueva fiebre por lo sano, Julián termina reconociendo que “se sigue consumiendo el tradicional producto con azúcar”. Y es que parece que hay negocios para los que la crisis tiene menos cabida, y uno de ellos es el chocolate. “Hemos notado menos la crisis en nuestra propia marca que en las distribuciones”
Nuestra idea es hacer ampliación de naves y trasladarlo todo a Santiago de Cartes porque aquí en Torrelavega ya estamos muy limitados
Aún así, estos años críticos para la economía española también se han dejado sentir en la fábrica torrelaveguense cuando, para poder sostenerse, tuvieron que hacer frente a varios ERE de suspensión. Tal y como relata Julián “se iba rotando a los empleados para que se fuesen al paro momentáneamente y después volviesen. Ahora estamos todos incorporados y trabajando y vamos notando que poco a poco se está remontando”. Y menos mal, porque actualmente son 21 trabajadores los que fabrican y distribuyen desde el centro de Torrelavega y desde Santiago de Cartes.
Ahora afrontan un nuevo reto para el futuro, dejar el centro de Torrelavega para siempre, para así cumplir uno de sus deseos de expansión. Y Santiago de Cartes, donde se encuentran esos almacenes centrales, es el lugar escogido para que la saga continúe. “Nuestra idea es hacer ampliación de naves y trasladarlo todo a Santiago de Cartes porque aquí en Torrelavega ya estamos muy limitados. No podemos hacer más de lo que hacemos, sobre todo a la hora de hacer productos nuevos. Creemos que para el HSJ va a ser un cambio sustancial porque ahí ya montaremos una cadena de producción preparada para sacar al mercado una gama de productos bastante más amplia de la que tenemos”. Por lo que dentro de poco dejaremos de recibir ese olor tan característico de la calle Argumosa y alrededores. “Se va a echar de menos que la gente te diga que Torrelavega huele a chocolate”.