Así es la segunda mayor sala subterránea de la Península en Cantabria
La Agrupación Espeleológica Ramaliega ha descubierto la que parece ser la segunda mayor sala subterránea de la Península por volumen (unos 800.000 metros cúbicos) y tercera por superficie (193 x 137 metros, más de 17.800 metros cuadrados). La sala se encuentra en la Torca de los Cubillones, una cavidad que está en exploración, con una profundidad actual de -250 metros. Sólo las salas de la Torca del Carlista (bajo los municipios de Ramales y de Carranza) y la Olivier Guillaume (en Cueva Cañuela, Arredondo) superan en superficie a la recién descubierta. La cavidad era conocida desde hace años por los espeleólogos ramaliegos, pero ha sido este verano cuando la desobstrucción de un estrecho paso les ha dado acceso a la descomunal sala, a la que se accede tras descender 65 metros de vertical. Su superficie, tapizada por descomunales bloques, sería capaz de albergar dos campos de fútbol.
El descubrimiento se llevó a cabo en colaboración con espeleólogos del Spèlèo Club de Dijon y del Grupo Espeleológico La Lastrilla (Castro Urdiales). La sala ha sido bautizada como Sala José Gambino, en memoria del espeleólogo del Grupo Burnia (Galdames, Vizcaya) que falleció en 2017 en una sima, y que durante años participó en las exploraciones de la AER. Las exploraciones continúan. “En estos momentos estamos descendiendo una serie de pozos que han aparecido en la sala”, señala Ángel García, secretario del AER. Unos 140 metros más abajo se encuentran las galerías de la Cueva del Carcabón, con las que los espeleólogos esperan poder comunicar. Dicha cavidad tiene actualmente más de 10 kilómetros de galerías, y sigue en exploración. La agrupación ha compartido información sobre las características del descubrimiento y su experiencia personal en primera persona a través del blog: http://valledelason.blogspot.com/2021/10/la-gran-salajose-gambino.html, que compartimos a continuación.
Estaba claro que se trataba de una gran vertical y desde el borde con los focos no pudimos ver ninguna pared cercana, lo que nos hacía suponer que estábamos en el techo de una gran sala. Los tiempos que medimos de la caída de las piedras estaban distorsionados por el eco, pero estimamos en varias decenas de metros la caída vertical. Esto presentaba un serio problema de exploración, por un lado era imperativo alejarse de la vertical de la caída del agua, ya que aunque fuera solo un poco, cayéndonos encima todo el viaje de la cuerda por la vertical, sería muy desagradable. Por otro la imposibilidad de fraccionar el tramo de cuerda en varios sectores, como suele ser habitual, cuando se baja un pozo en el que puedes ir pegado a la pared, hacía que el ascenso tuviera que ser realizado de uno en uno, con tiempos de espera prolongados en función de la profundidad final de la sala.
Todos estos obstáculos se agolpaban en nuestras cabezas, cuando en septiembre tras el retorno de nuestros colegas franceses, del SCD, Patrick y Sandrine, decidimos acometer la aventura de explorar este negro abismo. Por ello pensamos hacer dos equipos pequeños de dos espeleólogos cada uno, que se turnarían sábado y domingo para atacar el objetivo. El primer equipo formado por Cristóbal y Zape, ambos amantes del taladro, se encargarían el sábado 11 de septiembre de equipar el pasamanos y bajar al fondo. Un segundo equipo formado por Patrick y Ángel, bajaría el domingo 12, para hacer la topo y continuar la exploración. El debate sobre si usar parabolt de 10 mm. y anclajes inox, u otros sistemas, lo zanjó Zape con su adicción a los spit, que finalmente fue el sistema adoptado, resultando perfecto para el trabajo que se tuvo que realizar. También la idea inicial de bajar otra cuerda de 100 m. que se empalmaría a la de 9 mm., que había en la cueva, fue desechada en favor de una nueva cuerda de 200 m. de 8,5 mm. que trajo Zape. Así pues el sábado 18, los dos miembros del equipo de instalación, acompañados por Ángel de guía y porteador, se dirigieron a la sima y tras alcanzar la boca, se introdujeron en su interior, muy cargados con los 200m. de cuerda, taladro, baterías, anclajes,..
Ángel descendió hacia el pueblo y, como el resto, quedo a la espera de las noticias que nos dieran sobre su incursión en la gran negrura. Pero tuvimos que esperar hasta las 19:00 para tener noticias de estos intrépidos exploradores. Cuando llegaron los informes, fueron sorprendentes en bastantes aspectos. Por un lado, la instalación de un largo pasamanos, sobre un estrato que no habíamos visto, no pareció suponer problema para los curtidos chicos de Picos y el problema del agua quedaba solucionado. Por otro la vertical de la sala no era tan grande como nos habíamos temido, lo que mejoraba mucho los tiempos de ascenso, y permitía hacer grupos más numerosos, aunque la estimación de 70 m. hacía que se tratará de una de las salas más altas conocidas en España, solo superada por la del Carlista. Por último los exploradores habían recorrido todo el perímetro de la sala, que estimaban en casi 200m de larga y 100 m. de anchura, lo que hacía que su superficie fuera enorme.
Las malas noticias eran que no habían encontrado una continuación clara de la sala y mucho menos rastro de la corriente de aire que nos trajo hasta aquí. Solo algunos desfondes en los bordes de la sala que habría que bajar. Con estas noticias en nuestras mentes, el domingo 19, el equipo de jubilados nos dirigimos a la cueva, con la misión de hacer la topografía de la gran sala y buscar una continuación hacia las zonas profundas del macizo. T
ras la caminata de aproximación y equiparnos, iniciamos un rápido descenso por los archiconocidos rincones de la sima de Los Cubillones. En la sala superior recojo un descensor rack que ha dejado Zape y que permite bajar con más facilidad las grandes verticales de cuerda, al tener varias levas intercambiables. Pero como no lo he usado nunca, hago una primera prueba en el pozo regado que hay antes de la gran sala. Esta prueba es satisfactoria aunque la inseguridad en mis movimientos, no augura un descenso muy tranquilo de la gran vertical. Cruzo el paso estrecho y llego a la cabecera, donde observo con satisfacción el buen trabajo realizado por los chicos del taladro. Lo que no evita que sude para alcanzar los anclajes colgados unos tras otros, en la travesía horizontal, con una negrura total en mis pies. Llegado al final del pasamanos, toca montar el rack y bloquearlo, cosa que no he hecho en mi vida y colgado más de 60 m. en el vacío no es el mejor momento de ensayarlo. Llega Patrick al pasamanos y hace alguna foto de mi cara de susto y me lanzo al vacío.
Inmediatamente me doy cuenta de que el rack a pesar de haber pasado todas las levas, corre muchísimo con las finas cuerdas de 8,5 mm. lo que aumenta mi sensación de inseguridad en medio de la nada, colgado de este hilo dental. Afortunadamente he dejado montado un mosquetón de reenvío y al pasar la cuerda por él, la cosa cambia y recupero el control cómodo de mi descenso. Estoy casi cerca del suelo y no he podido apreciar casi nada del descenso, concentrado en controlar mi rack, ahora veo o mejor dicho intuyo, alguna de las paredes de la enorme sala, en cuyo suelo de bloques aterrizo, no muy lejos de donde lo hace el agua sobre un gran bloque. Le doy el libre a Patrick que baja haciendo la topo con el láser. Veo apenas un punto en lo alto de un techo que se pierde en la oscuridad. Coloco una saca en el suelo para que Patrick pueda apuntar el láser y tras varias medidas para confirmar la medida, el alto de la sala queda establecido en 63 m., bastante menos de nuestra estimación inicial, pero sigue siendo muchísimo y se confirma que se trata de la segunda sala más alta de España. Trato de hacer alguna foto de Patrick en su descenso, pero la falta de luz hace la tarea imposible. Cuando este llega al suelo, seguimos impresionados por el vertiginoso descenso en la oscuridad total. Estamos más que acostumbrados a larguísimos descensos de pozos de más de 200 y 300 m. de profundo, pero siempre con las paredes relativamente cerca y visibles y apoyándonos sobre ellas, las sensaciones de este vuelo vertical en el vacío son más nuevas para nosotros, aunque no desconocidas claro, ya que son pocas las ocasiones de descender salas de este volumen desde el mismo techo.
Recuperados de nuestro éxtasis, nos ponemos manos a la obra recogiendo el material que han dejado nuestros compañeros, al pie de la cuerda y pesadamente cargados, iniciamos la topografía de la sala desde la base de la cuerda, hacia la pared oeste. Tras un buen rato llegamos al límite oeste de la sala, donde nuestros predecesores han marcado alguna incógnita entre grandes bloques. Decidimos dejar allí las pesadas sacas y dedicarnos a la topografía del perímetro, pero antes comemos algo, que ya es la hora española de la comida y casi la de cena de los franceses. Nos lleva dos horas completar la vuelta a la sala, haciendo topo y mirando algún que otro recoveco.
Tras terminar la topo y la inspección está claro que la sala va a ser un hueso duro de roer y que las posibilidades de encontrar un camino hacia el Carcabón se ha complicado bastante. Solo en la pared sureste donde una posible falla se pierde entre los bloques, se ven dos o tres fisuras profundas, que habrá que descender a ver si nos dan alguna alegría. También casi en el centro de la sala, no muy lejos de la base de la cuerda, hemos visto una amplia depresión de más de 10 m. de diámetro, que baja unos 6 m. hasta un suelo de bloques y por uno de los lados las piedras que tiramos, parece que bajan algunas decenas de metros. Es la hora de regresar y me canso solo de pensar en subir 65 m. verticales, sin la ayuda del apoyo en la pared.
Estas cosas hace años que no las hago, porque desde hace años se trata siempre de instalar las verticales, bien pegados a la pared y en tramos cortos de no más de 20 o 30 m. subir completamente aéreo es mucho más cansado, sobre todo los primeros metros donde las cuerdas se estiran mucho y tras dar varias pedaladas, no te mueves del suelo para a continuación oscilar varias veces, hasta que el sistema se estabiliza. Tengo el honor de ser el primero en subir y tras el suplicio del “chicleo” de la cuerda, aplico un ritmo suave pero constante, que no impide que las tandas de pedaladas vayan reduciéndose, de 50 a 30, 20, 20,… 10, 5… Uff casi no llego… He tardado unos 15 minutos en subir estos “miles de metros”. A no, que solo eran 63, joer… Le doy el libre a Patrick y me enfrento al siguiente obstáculo, que es cruzar de nuevo el pasamanos en sentido contrario, aunque esta vez me cuesta menos y llego a la estrechez sin más problema. Una última mirada a la gran sala y asciendo hasta la base el pozo del Toldo, donde a cubierto de la lluvia que cae por él, espero a Patrick, pero joer… Si este ya está casi a mi lado... que frustrante, este tío me saca 8 años y está mucho más fuerte que yo, lo que tampoco es muy difícil por otro lado. Inicio el ascenso del pozo regado, deprimido por mi lentitud, aunque ya me tienen acostumbrado los “Titanes de la cuerda” con los que suelo ir. Echo de menos a Wichi que tienen un motor diésel más parecido al mío. Llegados los dos a la sala superior no muy mojados, tomamos el camino del exterior que conocemos muy bien. En la boca nos cambiamos y comenzamos el descenso, comentando las sensaciones y un poco deprimidos por las difíciles expectativas de continuación que nos ofrece la gran sala. Aunque este negocio siempre es así y nada es fácil, todo hay que pelearlo y sudarlo. Así que ya planeamos la siguiente salida para atacar las incógnitas de la sala.
La tecnología aun nos jugará una última pasada y cuando Patrick descarga los datos en el ordenador, comprueba que hay bastante error y al chequear el disto láser, observa que está averiado en su orientación magnética. Esto implica que habrá que repetir la topografía de nuevo, brr... pero así son las cosas. Lo que sí son correctas son las medidas de longitud que confirman el tamaño enorme de la sala, con 500 m. de perímetro, 63 m. de altura máxima que se mantienen en casi toda la superficie. Los ejes principales miden 190 m. de largo por casi 130 m. de ancho.
JOSÉ GAMBINO
La sala queda bautizada como José Gambino, en recuerdo de nuestro amigo muerto en Galdames en un accidente, haciendo lo que más le gustaba, explorar, y cuyo recuerdo mantenemos vivo en los recorridos por las cuevas y simas. El domingo 19 de Septiembre, Patrick y Ángel estamos de nuevo camino de la sima de Los Cubillones, con la idea de repetir la topo con un Disto fiable y bajar el pozo central de la sala. Nos acompaña Pedro Merino, que aunque no es nada amante de las vertiginosas verticales, no puede evitar ver que hay al otro lado de las gateras que estuvo cavando en el 2017. También viene con nosotros hasta la boca Juanlin, que al parecer no tiene algo mejor que hacer un domingo que pasear por el áspero lapiaz. Llegados a la boca con un día nublado que amenaza lluvia, nos preparamos y despedimos de Juan, para una hora después estar de nuevo colgados del pasamanos de “la muerte”. Yo esta vez uso mi clásico rapelador dressler y disfruto de la bajada controlada, mirando con el foco las lejanas paredes de la sala José Gambino y apreciando mejor sus dimensiones.
Pedro como era de esperar, gruñe y resopla ante la gran vertical que dice le da mucho miedo, aunque baja sin problemas hasta poner el pie en la base. Allí hacemos dos equipos, mientras Patrick y Pedro repiten la topo por toda la sala, yo iré a bajar el pozo que localizamos en el centro de la sala, del que no espero mucho más que un gran hueco entre los montones de bloques que deben de formar el suelo de la sala. Corto por la mitad la larga cuerda de 100 m. que tenemos, ya que no espero bajar muchos metros por el pozo, cojo taladro batería y anclajes y me dirijo al borde del amplio cono que vimos la vez anterior. Vuelvo a lanzar algunas piedras y decido por donde atacar el obstáculo, clavo algún anclaje con parabolt de 8 mm. y abalacov y llego a la base del cono sobre un gran bloque que parece dividir el pozo en dos vías. Tomo la más amplia y para mi sorpresa, compruebo que las paredes no son grandes bloques, sino roca pura en la que el agua ha excavado una típica sima de unos 5 m. de diámetro.
Eso sí, hay piedras y bloques empotrados por todos lados, por lo que tengo que ir buscando el camino más adecuado para no tocarlos, con fraccionamientos y desviadores. Sigo descendiendo, asombrado de encontrar este tipo de pozo en el centro de esta sala y por fin veo un suelo de bloques, pero mier… la cuerda se termina y me faltan unos 5 m. para llegar al fondo. Unos metros más arriba he visto una ventana a lo que parece otra vía de pozos o una variante. Instalo y entro por la ventana, comprobando que efectivamente que es otro pozo que también suena varias decenas de metros, que con la cuerda que me queda Foto Zape, descenso desde el techo no puedo bajar claro. Dejo el taladro y subo en busca de la otra cuerda de 50 m. y más anclajes. Una vez en la sala me dirijo a la base de la cuerda y me dispongo a comer algo, cuando llegan los topógrafos que han terminado su trabajo y visto alguna zona más de interés. Comemos juntos y luego vamos los tres a seguir bajando esta extraña sima. Voy en punta y Patrick detrás hace la topo, Pedro receloso con los bloques nos sigue de cerca. Primero alcanzo el fondo de bloques de la vía directa, veo un hueco entre ellos en la que las piedras caen 2 o 3 m. más, pero con mala pinta y sin rastro de aire, por lo que subo a la ventana para seguir la otra vía con mejor expectativa. En la ventana desciendo instalando el pozo, también de unos 6 m. de diámetro con coladas. Coloco pocos anclajes para no quedarme sin cuerda, pero de nada me sirve, después de poner el pie en una repisa, queda un resalte de unos 15 m. que con la cuerda que llevo, no alcanzo a llegar a su fondo, aunque puedo ver su fin unos 4 m. por debajo. La pinta tampoco es buena pero habrá que bajar hasta el fondo para mirarlo bien. Iniciamos el ascenso, con Pedro adelantado, sorprendentemente este pozo ha bajado 70 m. de paredes de roca, en medio de una montaña de bloques que lógicamente deberían formar el suelo de esta sala. La sima ha alcanzado los 255m. de profundidad y 794 m. de desarrollo lineal. De nuevo me encuentro colgado de la fina cuerda pedaleando para ascender, esta vez se me hace más corto y creo que he tardado unos 12 minutos, la cosa mejora, ya puedo ir a un viaje del Inserso. Patrick de nuevo me pisa rápidamente los talones y una hora después estamos en la calle con Pedro. Como casi siempre en la espeleología, casi nada es como se espera y esperamos que la gran sala José Gambino nos deje traspasar sus barreras y llevarnos más lejos. De momento la topo confirma sus dimensiones con 17.800 m2 de superficie, una altura máxima de 63 m. que la convierten, según los ranking publicados, en la tercera por superficie de España y seguramente la segunda en volumen. Para los que leáis este blog y no estéis familiarizados con estos volúmenes subterráneos, os adjuntamos unas comparativas de volúmenes, con algo que sí se suele asimilar como puede ser el estadio del Sardinero en Santander, que tiene una longitud y superficie similar a la sala José Gambino, pero una altura 3 o 4 veces menor. En internet se puede encontrar algún ranking de grandes cavidades, pozos y en este caso salas. La que actualmente aparece en tercer lugar, sala Roncal, tiene una superficie de solo 15.300 m2 y una altura máxima de 50 m. bastante más pequeña que la sala José Gambino. La que aparece en segundo lugar, sala Guillaume, tienen mayor superficie pero su altura máxima es de unos 25 m., lo que seguramente dará un volumen bastante inferior, aunque este dato siempre es difícil de estimar.
GRAN TESORO
El Alto Asón suma así otro punto de interés kárstico. A los sistemas del Alto del Tejuelo y Mortillano habría que añadir el sistema del Gándara (110 kilómetros), el mayor pozo de España (pozo MTDE, de 432 metros, ubicado en Ruesga) o los más de 200 kilómetros de galerías de los sistemas subterráneos de Matienzo. El pozo de Ruesga se trata del mayor pozo vertical de España, y el segundo del mundo. Su profundidad es de una altura de 435,92 metros y está situado en la ladera de Porracolina. Esto equivale a una vez y media la altura de la Torre Eiffel de París. Tras su descubrimiento se anunció que el mismo llevaría el nombre de ‘Gran Pozo MTDE’ y a partir de entonces se intensificaron los trabajos para profundizar la exploración de la cavidad y a corto medio plazo unirlo con otras cavidades de la zona y crear un gran sistema de galerías y pozos. Además de este importante hallazgo, Ruesga ofrece a los visitantes muchas más cosas. Se trata de un lugar idóneo para desconectar del estrés de la ciudad y disfrutar del tiempo libre en un marco inigualable de naturaleza, cultura y deliciosa gastronomía. En Ruesga encontramos el poljé habitado más grande de Europa, el poljé de Matienzo. Sin duda, esta depresión kárstica, catalogada como Punto de Interés Geológico por el Instituto Geológico y Minero de España, es visita obligada si nos acercamos al municipio. La Sierra del Hornijo, imponente y agreste farallón calizo que separa los valles de Ruesga y Soba, posee importantes valores naturales, especialmente en su vertiente norte, la correspondiente al Valle de Ruesga.
En el corazón de este macizo se localiza el Hoyo Masayo, una depresión kárstica de más de 1 km de longitud, que podremos conocer si decidimos realizar la ruta de senderismo que lleva el mismo nombre. En las laderas septentrionales de esta sierra se desarrollan extensos encinares cantábricos, sobre los pueblos de Valle y Riba, que han motivado su inclusión en la Red Ecológica Natura 2000, dentro del Lugar de Importancia Comunitaria “Montaña Oriental”. Los Montes del Infierno y la Sierra de Mullir son otros dos cordales calizos que cierran el municipio por el norte. Allí encontramos también interesantes formas de modelado kásrticas, como Hoyo Lusa o extensos campos de lapiaces. La masiva presencia de roca caliza en todo el sustrato municipal hace que en Ruesga encontremos varios sistemas subterráneos, algunos de ellos de gran importancia a nivel nacional. -Sistema de los Cuatro valles. Localizado en Matienzo, cuenta con un desarrollo superior a los 40 kms. -Sistema de La Vega. Situado también en Matienzo, su desarrollo es de 20 kms. A esto se suma que el Valle de Soba es el paraíso de la práctica de la espeleología en Europa. El actual paisaje es producto de un proceso de millones de años, desde la formación de las rocas (calizas del Cretácico Inferior) hace 110 millones de años. Aquí se encuentran los dos mayores sistemas Pozo Vertical de Ruesga subterráneos de España. El sistema Mortillano con más de 125km, de desarrollo y el sistema del Gándara con más de 110 km. Ambos sistemas están entre los 20 más grandes del mundo. El patrimonio subterráneo existente solo es comparable al patrimonio paisajístico del exterior.
Así en el exterior tenemos la Cascada del nacimiento del río Asón. Sin embargo en el interior de las cuevas existen otras cascadas de agua sobresalientes. Pozo Eolo en Cueva Fresca, Pozo del Ángel y Poza Zan Brun en el sistema del Gándara. Y por encima de todos ellos la cascada del rio Lolorna en el Mortero de Astrana del sistema Mortillano con más de 180 metros de caída libre. De tamaños más modestos para la comarca, pero envidiables en cualquier otra geografía nacional, encontramos otros sistemas subterráneos impresionantes: Sistema Sima Tibia-Cueva Fresca, Sistema de la Cueva del Lobo, Sopladoras-Cueva del Agua, Sistemas de la peña del Trillo y un largo etcétera de más de 3.000 cuevas censadas hasta la fecha. Sin embargo este rico patrimonio conocido solo supone según estimaciones prudentes el 20% del patrimonio subterráneo. Aún queda mucho por explorar. Ahora se sabe que las fuentes del río Gándara se encuentran al pie del Castro Valnera en Burgos y la fuentes del río Asón el lago semipermanente de Horneo. El esfuerzo nunca suficientemente reconocido de espeleólogos de toda España y Europa; durante los últimos 50 años han permitido tener una somera idea del patrimonio subterráneo del Valle de Soba, sin embargo las exploraciones continúan y está por ver el maravilloso patrimonio existente bajo nuestros pies.
Sin salir de la zona oriental, los amplios rincones que atesora el municipio de Rasines pueden descubrirse a través de diversas rutas de senderismo. La abundante presencia de roca caliza ha dado lugar a la presencia de grandes galerías, torcas y cuevas, formando uno de los mayores entramados de España, que anima a practicar la espeleología. Rasines es un municipio con gran desarrollo de sistemas subterráneos, con 260 cavidades catalogadas, donde destaca el Sistema Red del Silencio, con 60 kilómetros de galerías, o el macizo del Picón del Carlista, de gran interés espeleológico. En este territorio, configurado como núcleo poblacional durante la repoblación efectuada en tiempos de los primeros reyes astures, abundan las torcas como las de los Tornillos o Las Cárcavas, en Ojebar. De interés científico es la cueva del Valle, en Helguera, que evidencia la presencia del hombre desde el paleolítico. Fue descubierta por L. Sierra en 1905 y excavada entre 1912 y 1913 por Breuil y Obermaier. Presenta un gran vestíbulo con yacimiento, hoy sellado para evitar la actuación de furtivos, y depósitos del Magdaleniense VI y Aziliense.
Es conocida por sus habitantes como “La Viejarrona”. En ella nace el Rio Silencio, afluente del Ruahermosa, ambos del Asón. Posee un entorno privilegiado con árboles de ribera, alisos, robles, chopos y plátanos. Tiene una gran importancia tanto prehistórica como espeleológica asi aunque no se han hallado pinturas rupestres ESPELEOLOGÍA Entrada a la Cueva del Valle en su interior si se han descubierto objetos y piezas de distintas épocas. Para terminar, en Ramales de la Victoria se habla de que hay cerca de 4.000 cavidades catalogadas, prácticamente el 50% de las que existen en toda Cantabria. Se trata pues, de un auténtico paraíso para todos aquellos que estén buscando aventura. La zona ofrecía durante la época paleolítica abrigos perfectos para el resguardo y estancia de los habitantes de la época y numerosas cavidades donde plasmaban sus cualidades artísticas. Con el tiempo se han descubierto además restos de su transcurrir diario. Tres son las cuevas más reconocidas de la zona. La primera de ellas es la de Cullalvera, que se sitúa junto al casco urbano de Ramales y que tienen un fácil acceso a través de un paseo poblado por encinas. Cuenta con unas espectaculares dimensiones y una boca de acceso monumental. La cueva cuenta con las pinturas rupestres situadas a mayor profundidad de la península. Por otro lado, la cueva de Covalanas, en la ladera del monte del Pando y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, presenta pinturas de animales y también no figurativas, con líneas sueltas y pintos. Es de reducidas dimensiones y casi rectilínea. Fue descubierta en 1903 por el padre Lorenzo Sierra, en colaboración con Hermilio Alcalde del Río, dos figuras claves de la investigación arqueológica en todo Cantabria. Su descubrimiento se enmarca dentro de los orígenes de la ciencia prehistórica y más en concreto del arte paleolítico, al ser la segunda cavidad con arte paleolítico descubierta en toda la cornisa cantábrica tras Altamira (en 1879). Por último, la cueva del Mirón situada a escasos metros de Covalanas. En ella se han localizado varios grabados de arte paleolítico de trazo fino. Además, la cueva encierra un importante yacimiento arqueológico.