Mi padre el insumiso
El primer insumiso de España fue fusilado el 18 de agosto de 1937. En 1997 llegó a haber más de 130.000 objetores de conciencia, muchos de ellos “insumisos”.
“Yo sí que estoy harto de este fusil de asalto, llevo tres semanas y estoy que no me aguanto. ¿Y tú que te has creído con tanta presunción?- Te callas, te arresto y te vas a prevención. Soldadito español olvídate de tu misión y no sufras cara el sol, ¡grita insumisión!”. El mundo de la cultura alternativa siempre ha sido sensible ante las luchas sociales, y en las décadas de los 80 y 90 fueron centenares los grupos que alzaron su voz contra el Servicio Militar Obligatorio, como esas estrofas de la canción “Soldadito español” de El ÚItimo Ke Zierre. Aunque la sociedad y la cultura se han olvidado del movimiento insumisión, mañana -viernes- la Asociación Octubre de Sierrapando (Torrelavega) acoge la representación de la obra de teatro “Goldi libre, autorretrato de un insumiso preso en las cárceles de Felipe González” de César Goldi. Una obra alabada por la crítica que se representará a las 20:30 horas a un precio de 4 euros para socios y 6 para no socios.
“Me siento muy orgulloso” responde el autor de la obra César Goldi en una charla con eldiariocantabria.es sobre la lucha a la que perteneció. Y es que gracias a aquellos padres y hermanos mayores insumisos, las generaciones que nacieron desde finales de los 80 han visto como no tenían que ir al Ejército, pues en 2002 se eliminó el Servicio Militar Obligatorio. “No me sentía especialmente orgulloso cuando lo hice, es más en la cárcel me sentí bastante derrotado, pero si sumamos todas las derrotas personales de todos los insumisos proyectándose en el futuro pues ha valido la pena, el mal que pasamos ha beneficiado a otras personas. Con perspectiva me siento muy orgulloso” matiza Goldi.
El viernes se representa en la Asociación Octubre de Sierrapando la obra de teatro "Goldi Libre" que se centra el movimiento insumisión
El 18 de agosto de 1937 es fusilado en Jaca, Antonio Gargallo, considerado el primer objetor de conciencia de la historia de España. Desde entonces y hasta la década de los 70 tan solo los testigos de Jehová se declaraban objetores de conciencia. A partir de entonces son miles los jóvenes que se declaran objetores y centenares de ellos terminaron en la cárcel. Ya en 1984 se aprueba la Ley de Objeción de Conciencia por la cual el servicio militar se puede sustituir por servicios a la comunidad. Desde entonces y hasta 2002 la mayoría de objetores no quieren ni cumplir el servicio militar ni los servicios sociales.
Las décadas de los 80 y 90 fueron de fuertes movimientos sociales, políticos y sindicales y para Goldi “el de insumisión fue el gran movimiento”. “Hubo algunos muy gordos por el tema de la reconversión y demás pero eran muy localizados. El de insumisión fue en todo el Estado y el más novedoso” argumenta el artista. “Fue un movimiento que nació desamparado y que no estaba contaminado por nadie, las organizaciones de izquierdas no sabían qué hacer con nosotros y después se dieron cuenta que no apoyarnos les estaba pasando factura” describe el gallego al analizarlo. Cuando es preguntado por el éxito del mismo Goldi no duda, no pestañea, “el movimiento fue muy transversal que implicó a gente que incluso no tenía que hacer la mili, amigos y familiares por ejemplo. Yo recuerdo con mucha nostalgia cosas como el papel de mi madre, algo que me emociona mucho”.
El movimiento insumisión fue el gran movimiento porque nació desamparado y no estaba contaminado por nadie
Pese a que Gargallo fue el primer objetor de conciencia es en 1972 cuando se realizan dos consejos de guerra contra Pepe Buenza, el primer español en no ir a mili por estar en contra del militarismo, pues hasta entonces los testigos de Jehová alegaban motivos religiosos. Sin ningún tipo de duda el gran salto del movimiento se vivió el 20 de febrero de 1989 cuando 57 jóvenes objetores que estaban en busca y captura se presentaron ante las autoridades militares para reafirmar su negativa a realizar el servicio militar y su insumisión a la nueva ley. “Aquello fue un golpe encima de la mesa, el inicio del fin de la puta mili” explican varios insumisos a eldiariocantabria.es Ya en 1998 el número de objetores superó por primera vez al de soldados de remplazo.
“Yo era muy joven, acababa de llegar a Santiago de Compostela y los años 80 era un hervidero de cosas y la gente te llevaba y te traía. Me metí en colectivos de los que después me salí, aquí -por el movimiento militarista- me quedé. Me parecía una cosa que no estaba instrumentalizada, muy sana y asamblearia, y me gustó y se peleaba por algo muy concreto y donde no había que comerse mucho la bola, era algo evidente para los chavales de aquella época. La mili era un secuestro y el movimiento no era violento” narra Goldi cuando recuerda su historia, la que cuenta en “Goldi Libre”.
El autor del espectáculo se centra en Santiago, aunque Cantabria fue uno de los epicentros de aquel movimiento. El primer insumiso cántabro fue Juan Carlos Montenegro, quien se presentó en Santander con periodistas y varios amigos apoyándole para mostrar públicamente que no se había incorporado al ejército. Al poco tiempo Montenegro junto a decenas de insumisos volvieron a acudir, y esta vez además por cada insumiso había cuatro autoinculpaciones ante notario de haberlos inducido y animado a la insumisión. Un hecho que también era considerado insumisión, debido a esta acción se involucraron en el movimiento padres, madres, amigos, hermanos… Tal fue la envergadura del movimiento en la región que la media de insumisos fue muy superior a la del estado. Uno de los acontecimientos más populares fue la ocupación de unos barcos de la OTAN en Santander, una acción que tuvo como pena el arresto domiciliario. Aprovechando la pena se realizaron jornadas antimilitaristas a las puertas de las casas. En total hubo 5 cántabros que terminaron en las cárceles.
La cárcel es algo tremendo, es la anulación total de una persona, le robas todo lo que puede ser en la vida
“La cárcel es algo tremendo, hay una frase que digo en la obra que decía otro preso: la gente que no ha estado presa no sabe lo que estar aquí dentro, la gente habla muy alegremente de la cárcel. La cárcel es la anulación total de una persona, le robas todo lo que puede ser en vida, es un lugar muy indefenso. Es algo más terrible de lo que la gente se cree” dice Goldi sobre su estancia en la prisión. Una acción que tuvo consecuencias en su relación con el movimiento. “Me desmovilicé, salí con mucho cansancio de la cárcel, les apoyaba en movilizaciones pero como elemento activo me descolgué. Y claro que me cuestionaba si merecía la pena todo, pero como ir a la cárcel era una lotería, se aplicaba una forma de represión selectiva. De repente te tocaba a ti y no había una razón. Era como un sorteo y entonces claro te preguntabas ¿por qué a mí? El miedo se vencía colectivamente, te llegaban telegramas de compañeros o visitas de alguien que te reactivaba o se manifestaban delante de la cárcel” añade.
El ministro de Justicia del PSOE, Juan Alberto Belloch trató de criminalizar el movimiento, llegándolo a vincular con el entorno de ETA, aunque ya a mediados de los 90 aseguró que tenían “una estrategia ganadora”. No obstante la criminalización del movimiento causó mella entre sus activistas. “El apoyo de la familia es importante siempre. Hay casos que la familia no apoyó a insumisos y fue muy doloroso. Además era diferente ser insumo en Santiago que en un pueblo. En Santiago era guay pero en un pueblo era muy duro porque estabas visto como un mariquita o un cobardica. Son esos momentos en los que estás muy presionando, y si la familia te apoya es realmente familia. Yo descubrí una que me quiere de verdad” habla Goldi sobre las presiones vividas.
Al final toda la lucha tuvo recompensa, y es que “la puta mili” desapareció para siempre. No hubo más insumisos, no hubo más presos, ni más “pringadetes de barrio” que decía Celtas Cortos en “¿Qué voy a hacer yo?”. Pero fue fruto de una lucha que está cayendo en el olvido y que la Asociación Octubre y Goldi pretenden que continúe presente en la sociedad.