ANIMALES

Piden suprimir la interacción con animales en Cabárceno y Santillana tras el accidente de Tailandia: "En Cabárceno se ofertan experiencias que posibilitan estos tocamientos previo pago de un sobrecoste en la entrada"

En Cabárceno
En Cabárceno

La Fundación Franz Weber ha pedido al Gobierno de Cantabria el fin de actividades que conllevan interacción con los animales en recintos como el Parque de la Naturaleza de Cabárceno (gestionado por la empresa pública Cantur) o el Zoo de Santillana del Mar, en los que incluso se ofertan experiencias que permiten llegar a tocarlos, tras el suceso ocurrido hace una semana en Tailandia, donde una joven turista española falleció tras ser atacada por un elefante en uno de los santuarios de la especie, en una isla del país asiático.

La entidad lo ha pedido así en un comunicado difundido este viernes, en el que advierte de "riesgos incontrolados" en ambos espacios cántabros, y señala que la guía de aplicación de la ley de zoológicos y acuarios señala que no se debería fomentar dicha interacción.

Frente a ello, critica la fundación, en Cabárceno los visitantes -tanto adultos como niños- pueden hacerlo "sin problema alguno", ya que "incluso se ofertan experiencias que posibilitan estos tocamientos a jirafas y otros" animales, previo pago de un "sobrecoste" en la entrada.

Y, añade, en Santillana el zoo "ofrece un paquete denominado 'cuidador por un día' dirigido a menores de edad y que permite interactuar con varias especies e incluso facilitar su alimentación, un contexto de especial riesgo".

Ante esas prácticas, la FFW avisa que para los animales "el contacto físico con humanos no solo resulta innecesario, sino profundamente estresante", mientras que "la domesticación o el entrenamiento forzado para soportar estas actividades no eliminan el estrés inherente, sino que los somete a un proceso de condicionamiento que ignora completamente sus necesidades biológicas y psicológicas".

"Cuando un visitante los toca o invade su espacio, los animales no pueden interpretar las intenciones humanas y, en muchos casos, perciben estas interacciones como una amenaza. Esto activa respuestas de miedo o estrés, que a largo plazo pueden desencadenar problemas crónicos como trastornos en el sistema inmunológico, alteraciones en su comportamiento natural y un sufrimiento constante debido a la imposibilidad de escapar o defenderse", explica.

Por todo ello, la Fundación Fran Weber ha reclamado al Gobierno de Cantabria el fin de estas actividades, que se podría incluir tanto en la ley de 2003 como en un nuevo decreto.