ALIMENTACIÓN
Los mejores huevos ecológicos que proporcionan el placer de comer algo de verdad
“Quise hacer una casa para que viviesen unas gallinas, cuyos huevos alimentasen a mi familia”
Su vida se puede calificar de rutinaria. Todos los días comienzan a las seis y media de la mañana. A esa hora, la luz del interior se enciende y comienza su automatismo. Solo comen, pasean y por supuesto, ponen huevos.
Así transcurre el día a día de las 1.500 gallinas ponedoras de la Granja Anero,cuyos huevos ecológicos han sido seleccionados como el mejor producto de Cantabria, premio otorgado por la Asociación de Cocineros de la región.
Huevos como los que comían nuestros abuelos
“Quise hacer una casa para que viviesen unas gallinas, cuyos huevos alimentasen a mi familia” comenta Carlos Martín gerente de la granja que comenzó con este proyecto hace ya un lustro, en el año 2011.
La alimentación de estas gallinas es un 60% a base de cereal ecológico certificado, donde el maíz es la referencia y el 40% restante lo hace el campo, en el que pasan la mayor parte de su tiempo picoteando constantemente el suelo. El resultado es un huevo con una cáscara dura y una yema amarilla; huevos densos y con un sabor difícil de olvidar.
Por su parte Lauri, el encargado, afirma que “aquí los animales llegan con 18 meses, con certificado ecológico de origen, son criados al aire libre, en campos sobre los que no se emplean abonos químicos”. En su cara se atisba el orgullo de que sus gallinas vivan de forma natural y sana para que produzcan huevos de verdad, “de los que comían nuestros abuelos”.
Nuestros huevos proporcionan el placer de comer algo de verdad
Diariamente se recogen manualmente alrededor de 900 huevos que son envasados y etiquetados de manera inmediata, para que lleguen a los puntos de distribución lo antes posible.
En el recinto de más de 8.000 metros cuadradas, cada gallina dispone por normativa de seis, para que pueda picotear libremente en el prado, sobre el que no se emplea ningún tipo de plaguicida.
En el interior de la nave, antes de apagar las luces a las nueve y media de la noche, las dejan cinco minutos con una tenue luz en tonos rojizos para que se vayan “ubicando” para dormir, compartiendo un máximo de cuatro gallinas cada metro cuadrado.
Martín siempre ha antepuesto la calidad a la productividad y añade “quién prueba nuestros huevos, repite. Son caros, pero no los hay mejores porque nuestros huevos proporcionan el placer de comer algo de verdad”.