Un exministro del PP imputado y una secta de 'monjas', unidos por las apariciones de Garabandal
Hace 60 años, cuatro niñas de Cantabria fueron protagonistas de noticias que dieron la vuelta al mundo. Conchita, Mari Cruz, Mari Loli y Jacinta, que a principios de los años 60 tenían entre 11 y 12 años, fueron las protagonistas de apariciones en San Sebastián de Garabandal, en Rionansa. Apariciones, primero del arcángel San Miguel, y posteriormente de la Virgen María. Hoy, en pleno 2024, estos acontecimientos unen a un exministro imputado y a una secta de presuntas monjas que quieren construir en la localidad cántabra de apenas 100 habitantes (según padrón de 2022) una ermita en la que realizar misas.
Lo que se ha generado en torno a los acontecimientos acaecidos entre 1961 y 1965 ha sido todo un movimiento en defensa de dichas apariciones, pero también una postura crítica hacia lo que se considera un hecho que la Iglesia Católica no reconoce como tal. Como publica El Confidencial, por el municipio cántabro han pasado diferentes personajes y personalidades. Algunos simplemente son creyentes y fieles atraídos por los que se cuenta de Garabandal. Otros, sin embargo, difunden mensajes contrarios a la Iglesia. Y otros están dando pie a “grupos de tipo sectario y ultra”, como señala un experto en sectas consultado por dicho diario.
Entre todos estos destacan dos figuras muy diferentes pero relacionadas en su defensa de lo que se quiere equiparar a Fátima o Lourdes. Por un lado, Jorge Fernández Díaz. El exministro de Interior con el Gobierno de Mariano Rajoy, imputado por el ‘caso Kitchen’ y autor de la presunta Policía Patriótica que utilizó recursos del Estado para espiar a rivales políticos, nunca ha ocultado su ferviente fe católica, hasta el punto de llegar a decir que tenía un ángel de la guarda que le ayudaba en sus quehaceres diarios. Y desde hace años es uno de los mayores defensores del movimiento garabandalista. Ha participado en charlas, conferencias y debates para defender esta iniciativa, y es uno de los principales garantes del colectivo España con Garabandal.
Su implicación llega hasta el punto de teorizar sobre algunos de los mensajes que, presuntamente, la Virgen María le habría dado a las niñas. Concretamente, el que dice que “muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira del buen dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con alma sincera, Él os perdonará”. Según Fernández Díaz y otros defensores, esto se refiere al Concilio Vaticano II celebrado entre 1962 y 1965, y con el que la Iglesia dio un paso decisivo hacia su modernización.
Por otro lado, tenemos a las Siervas del Hogar de la Madre. Esta secta (una congregación no reconocida como orden religiosa por la Iglesia Católica) ya ha solicitado los permisos para construir una ermita en la que poder oficiar misas con estas apariciones como núcleo, tal y como publican varios medios. Por el momento, y a falta de que se autorice o no, desde el Obispado de Santander ya se ha advertido que cualquier oficio que se realice será de carácter privado, ya que no tienen autorización para misas públicas.
Las tensiones entre este grupo y la Iglesia son evidentes, y los desafíos constantes. Por ejemplo, a estas supuestas monjas se les ha prohibido oficiar misas en los pinos donde se produjeron las apariciones; sin embargo, las ha promovido. Las religiosas visten hábito; sin embargo, su actividad no está avalada oficialmente por la autoridad eclesiástica.
El vínculo entre Fernández Díaz y esta secta es el último capítulo de una historia que ha dado más quebraderos de cabeza que alegrías a la Iglesia. Lo cierto es que, desde que se produjeron allá por los años 60, la postura oficial no ha sido demasiado contundente. Lo que en un principio se consideró un fenómeno “de confusión y apasionamiento” pasó a ser considerado un hecho del que “no consta la sobrenaturalidad”. Es decir, neutralidad. Y bajo ese paraguas es bajo el que se ha movido en todo momento el catolicismo, lo que según algunos expertos habría propiciado la presencia de grupos “reaccionarios” en Garabandal.