El bocarte, bien esencial de la economía de Cantabria y motor de la incorporación de la mujer al mercado laboral, inicia su costera el lunes
El próximo lunes, 10 de marzo, arrancará la costera del bocarte, uno de los principales motores de la economía de Cantabria. Durante el último siglo y medio nuestra región se ha especializado en la captura, preparación y envasado del que es considerado uno de los mayores manjares de cualquier mesa alrededor del mundo: la anchoa del Cantábrico. Una industria que ha ido creciendo con los años, pero que desde sus inicios permitió la incorporación de la mujer al mercado laboral, aunque con unas condiciones que han mejorado con el tiempo.
Y es que, a pesar de que la pesca fue tradicionalmente una labor de hombres, buena parte del proceso de elaboración de la anchoa está protagonizado por mujeres. Desde las rederas, encargadas de montar y reparar las redes utilizadas para la captura de los peces (entre ellos, claro está, el bocarte), hasta las sobadoras de anchoas, responsables de que el producto final que llega a nuestra mesa tenga la máxima calidad posible.
PROCESO MANUAL
La industria de la anchoa, que cuenta en Cantabria con algunos de los mayores referentes internacionales (como prueban los numerosos premios obtenidos en certámenes en todo el mundo), es, además, un sector en el que la tecnología influye parcialmente, ya que parte del proceso sigue siendo manual.
El sector conservero emplea solo en Cantabria a miles de personas, entre 2.500 y 3.000, siendo el 90% de ellos mujeres
Las sobadoras no solo se encargan de enlatar el producto. Su papel es fundamental a la hora de extraer los lomos de bocarte sin dañar la carne, en un proceso que requiere no solo de una gran precisión, sino de paciencia y una agilidad en las manos que muchos hombres no pueden tener. Pero a pesar de su participación en la industria desde que comenzó a envasarse este producto, este trabajo, al igual que las rederas y otros reservados a mujeres, no siempre ha estado bien reconocido y remunerado. Y si a eso se une la falta de relevo generacional, nos encontramos que el sector vive una situación delicada.
IMPACTO ECONÓMICO
Que la captura del bocarte y la posterior industria de la anchoa son uno de los motores económicos no solo de Cantabria, sino también de España, lo dejan claro los datos anuales. En 2024, la secretaria general de Pesca del Estado, Isabel Artime, recordó durante la Feria de la Anchoa y de la Conserva de Santoña que a nivel nacional se producen más de 12.000 toneladas de anchoas al año, con un valor superior a los 110 millones de euros.
A nivel regional, el sector conservero representa el 22% del PIB, es decir, casi una cuarta parte de la riqueza de Cantabria depende, en buena medida, de la costera que ahora está a punto de empezar. Y si estos datos no son suficientes, podemos atender al empleo que se genera. De forma directa, el sector conservero emplea solo en Cantabria a miles de personas, entre 2.500 y 3.000, siendo el 90% de ellos mujeres. E indirectamente, la comercialización y consumo de este producto tiene un impacto en sectores como la hostelería o el turismo.
REDERAS
En todo este proceso puede que exista una profesión algo más desconocida pero imprescindible. Las rederas, un oficio en peligro de extinción, eran las responsables de que las redes con las que los marineros salían a faenar estuvieran en perfecto estado de revista. Una labor que puede parecer sencilla, pero que está lejos de serlo. Algunas de sus profesionales tardan años a aprender el oficio y los secretos que esconde.
Es un trabajo laborioso que exige cuidar los detalles en cientos de metros de redes. Una profesión que obliga a buscar imperfecciones en una malla compleja, pero que también implica saber cuándo es necesario coger aguja e hilo y fabricar una desde cero. Y una profesión que durante muchas décadas ha sido casi invisible a los ojos de la sociedad, algo ante lo que las propias rederas han dicho basta, reivindicando unos derechos que desde las instituciones se trabaja para reconocer.
GESTIÓN DE CUPOS
La costera del bocarte que comenzará en unos días mantendrá el actual sistema de cuotas, que se basa en un tope de capturas diarias por barco. El pasado 4 de marzo el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación anunció que trabajará junto a los pescadores para cambiar este sistema por otro en el que las cuotas se distribuyan por agrupaciones de productores pesqueros. Es decir, Cantabria, Vizcaya, Guipúzcoa, Galicia y la federación asturiana.
En concreto, la propuesta que se plantea consiste en un sistema de gestión de la pesquería de la anchoa alternativo al actual, pasando a redistribuir la cuota europea que le toca al Estado entre las distintas organizaciones, algo que el Gobierno de Cantabria ve “coherente y sostenible”. Después serían las mismas agrupaciones las que se organicen y las que pongan sus normas para sus propios asociados de manera que puedan saber, "con la tranquilidad que ello supone", la captura total que podrán realizar sus barcos dentro del porcentaje de la cuota española.