Los afectados por la presunta ‘estafa del ascensor’ temen caer en el olvido y apuntan a una posible responsabilidad de la multinacional OTIS
Han pasado quince días desde que se diera a conocer la situación en la que se encuentran alrededor de 27 comunidades de vecinos de Cantabria y Asturias, que llevan viviendo su particular infierno desde hace años, con escaleras y portales destrozados, obras de ascensores a medio terminar y aparatos que no funcionan o lo hacen a trancas y barrancas. Todo después de que la empresa GrandAstur, responsable de las obras, haya desaparecido. Tras su denuncia y el rechazo de OTIS de tener cualquier vinculación con lo ocurrido, los vecinos vuelven a hablar temiendo caer en el olvido, coincidiendo además en señalar una posible responsabilidad de la multinacional.
Los vecinos de los edificios afectados no solo afrontan el mal estado en el que están sus portales. Muchos de ellos también tienen que asumir créditos para pagar una obras que no se están ejecutando. En total, y según algunos cálculos, son cerca de tres millones de euros los presuntamente estafados. Hace unos días, José Manuel, uno de los afectados y miembro de la plataforma ‘Estafados por GrandAstur’, arrojaba luz sobre lo que estaba ocurriendo con esta empresa y la vinculación que podría tener la multinacional OTIS, algo que esta última negó a pesar de la experiencia personal de muchos vecinos.
“OTIS nos pide 180.000 euros para ponerlos en funcionamiento”, afirma una afectada de Laredo
Es el caso, por ejemplo, de Rosana, que vive en un edificio de Santoña afectado. Como explica a eldiariocantabria.es, todo comenzó cuando en 2021 se planteó la posibilidad de instalar un ascensor, para lo que acudieron a la oficina de OTIS en Laredo. Allí “contactamos con él”, pero por diferentes cuestiones, finalmente no realizaron el proyecto. Fue un año después cuando, viendo que un bloque de viviendas próximo sí había instalado el ascensor con ese mismo trabajador, optaron por contratar las obras. “Hablaba en nombre de OTIS, pensábamos que era de la empresa”, recuerda Rosana, que subraya que “él y un representante de OTIS fueron al portal de al lado” para informar sobre las obras para instalar el ascensor.
Con estos antecedentes, volvieron a hablar con la oficina de OTIS y se dio luz verde al proyecto. “Pagamos un adelanto del 15% y en 2023 empezaron las obras”, afirma, y fue ahí cuando ya detectaron problemas. “Iban dos personas dos o tres días, luego desaparecían. Hemos estado así entre ocho y nueve meses”, que es el plazo establecido por contrato para realizar las obras. Es por eso que, al incumplir lo pactado, “fuimos a los abogados”. Se les reclamó vía burofax, pero solo obtuvieron el silencio por respuesta. Durante todo ese tiempo se siguió pagando por unas obras que no se hacían. Pagaré tras pagaré, estos vecinos de Santoña desembolsaron 140.000 de los 151.000 euros presupuestados para el proyecto, que tiene todavía por hacer, según los expertos consultados, alrededor de un 70%.
“Los obreros nos decían que su jefe les mandaba de vacaciones porque no tenía dinero para materiales”, señala esta afectada, que lamenta que “nos deja sin dinero y sin obra”. Y es que la empresa GrandAstur, con sede en Avilés, “no se da en quiebra ni entra en concurso de acreedores”; simplemente, ha desaparecido. Y mientras tanto, una obra tremenda a medio hacer en el portal: les han sacado las escaleras a la calle, se ha abierto un hueco para el ascensor y se han puesto unas escaleras metálicas provisionales. Pero todo ello sin seguridad, por lo que “si alguien se tropieza…”.
Rosana reconoce que “no sabemos qué vamos a hacer”, y no habla únicamente de cómo recuperar el dinero que han pagado por unas obras no realizadas. En su preocupación también incluye que “la obra tiene que empezar de cero”, con todo el gasto que eso conlleva. Eso por no hablar de las “dificultades para poner de acuerdo” a todos los vecinos después de lo vivido.
Su situación es muy parecida a la de Lidia, en Laredo. Ahora mismo las obras de su edificio “están paradas”, y desde OTIS solo reciben la “callada por respuesta”. En su caso, de los seis ascensores que tiene la comunidad, “cinco están parados”. Para los ascensores se presupuestaron unos 203.000 euros, que los vecinos pagaron a GrandAstur. Los afectados sostienen que esta empresa debía pagar a OTIS con ese dinero. Y efectivamente, lo hizo… pero solo 23.000 euros. “OTIS nos pide 180.000 euros para ponerlos en funcionamiento”, afirma esta afectada.
Por supuesto, no han pagado y han dejado todo en manos de sus abogados. “Estamos en tierra de nadie”, lamenta, apuntando que “está todo patas arriba, con portales destrozados”. Algunos, detalla, tienen “las escaleras en chapa, sin aluminio, y cuando llueve entra el agua escaleras abajo”. Eso en una comunidad de vecinos que, como en cualquier otra, hay “gente asmática, con enfermedades e, incluso, gente joven que ha solicitado un crédito para pagar estas obras”.
Por el momento, estos afectados han acudido al Gobierno de Cantabria “para ver si pueden hacer algo”, y están a la espera de poder “solucionar esto antes de dar otros pasos”. Con respecto a GrandAstur, “hemos mandado un burofax”, por lo que “sabemos que lo han recibido, pero no contestan”. A este respecto, Lidia ha apuntado las sospechas que tienen los vecinos sobre un posible sobrecoste del precio real de la obra. “Vamos a emprender acciones legales contra el arquitecto porque era de la empresa, y sospechamos que se ha engordado el proyecto”, recalca.
Por todo ello, no entienden la reclamación de cantidades de la multinacional, algo que para ellos es una “contradicción”. “El contrato es con GrandAstur, no con OTIS”, reconoce, pero “nos pide dinero mientras dice que no tiene contrato con nosotros”.
La presunta estafa de GrandAstur no es únicamente a los vecinos. Los trabajadores también se han visto en la situación de tener que reclamar en el Orecla cantidades debidas por la empresa, sin que esta, al igual que ocurre con las comunidades afectadas, haya dado señales de vida.
“Los obreros nos decían que su jefe les mandaba de vacaciones porque no tenía dinero para materiales”, señala otra afectada
ESTAFA DEL ASCENSOR
Estos testimonios van en la misma línea que el de José Manuel, quien declaró a este medio que su comunidad, ubicada en Castro Urdiales, “aprobó en junta de propietarios instalar un ascensor, se pidieron presupuestos, uno de ellos a OTIS, que nos mandó un constructor que se encargaría de todo el proceso”. Se empezó a pagar la derrama, pero los trabajos solo se mantuvieron durante un mes, dejando todo el edificio empantanado.
Tras la polémica suscitada en el momento de hacerse público lo ocurrido, la compañía OTIS negó toda vinculación con las obras, ya que no existía “encargo ni contrato alguno firmado ni con la comunidad de propietarios ni con el constructor para la instalación del ascensor”. Y efectivamente, así es. Sin embargo, las denuncias de los vecinos tienen como denominador común, además de la situación en la que quedan sus portales, la presencia de OTIS en el proceso.
DIFERENTES SITUACIONES
Es evidente que la plataforma ‘Estafados por GrandAstur’ engloba situaciones muy diferentes, algunas incluso sin tener una gran afectación o, directamente, habiendo salvado el problema. En la localidad de Vargas, por ejemplo, las obras están “ejecutadas al 80%, ni tan mal”, afirma Javier, uno de los afectados de esta comunidad de vecinos. Se trataba de instalar un ascensor exterior de cristal. Apunta que una parte de la escalera está con tubos y que se debería haber modificado las canalizaciones de agua y gas, “pero no se ha tocado”. El problema para ellos ahora mismo es otro, y también tiene que ver con OTIS.
“El ascensor da problemas, falla mucho”, explica. La multinacional lo arregla, “pero sigue fallando”. Por el momento, nadie parece haberse quedado atrapado dentro, pero “sí que para a media altura, y es un peligro”. De hecho, los hijos de este afectado “no quieren subir”. En su caso, por el momento “estamos a la expectativa”, manteniendo reuniones y hablando con la administradora para ver los pasos a dar.
La situación de una comunidad de vecinos de Clara Campoamor posiblemente sea la mejor de todas. En su caso, tan solo se había empezado a pagar, pero “no habían empezado las obras”, y hace unos días “nos devolvieron desde el banco todo el dinero pagado”. Así lo explica Tamara, una de las afectadas, que reconoce que lo que han vivido “no es ni parecido” a lo que han pasado vecinos de otros puntos de Cantabria. Al igual que en otras comunidades de vecinos, el proyecto consiste en poner el ascensor por fuera, tirar las escaleras y volver a ponerlas. Aunque se han evitado males mayores, Tamara reconoce que “ahora el problema va a ser que los vecinos se echarán para atrás” a la hora de buscar otra empresa y de poner en marcha el proyecto.
Su caso es similar al de la comunidad de vecinos de Javier, en Santander. En su caso sí se ha ejecutado la obra, pero “nos queda el tramo final”. Aunque reconoce que es posible que “se haya pagado algo de más”, lo que falta por terminar son “cosas menores” y “prácticamente no se nota”, por lo que, afirma, en su caso no se habrían visto tan afectados por esta presunta ‘estafa del ascensor’.