Más de la mitad de los jóvenes españoles se ve obligado al exilio laboral en los dos próximos años
Un 74% de la población de entre 16 y 29 años considera muy probable tener que trabajar “de lo que sea”, un 67% ve bastante probable tener que depender económicamente de su familia y más de la mitad cree que deberá marcharse al extranjero para encontrar un empleo.
El estudio ‘Jóvenes y empleo, desde su propia mirada’ elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud muestra que los jóvenes son uno de los colectivos que sufre de forma más directa las consecuencias de la crisis económica. La población de entre 20 y 29 años presenta una tasa de paro del 35%, además de precariedad y bajas remuneraciones entre aquellos que han conseguido un puesto de trabajo.
La población de entre 20 y 29 años presenta una tasa de paro del 35%, además de precariedad y bajas remuneraciones entre aquellos que han conseguido un puesto de trabajo
Esta situación que ya dura años ha provocado que casi la mitad de ellos esté convencido de que tendrá menos oportunidades laborales que las que tuvieron sus padres. Así lo muestra este estudio, que refleja una visión muy negativa de su futuro laboral: un 74% considera bastante o muy probable tener que trabajar de lo que sea, un 67% tener que depender económicamente de su familia y más de la mitad cree que deberá marcharse al extranjero para trabajar en los próximos dos años.
Aunque mayoritariamente están dispuestos a esforzarse en conseguir escapar de un destino generacional bastante negativo mediante la formación,existe un grupo importante que parece haber asumido un horizonte desesperanzador para ellos: esperan poco del futuro, creen escasamente en sus posibilidades y aceptan resignados una perspectiva donde la inclusión laboral es de mera supervivencia, según informa Salamanca24horas.com
El impacto negativo no sólo ha quebrado el presente sino que ha condicionado la base de las expectativas, la autoconfianza y los recursos de esos jóvenes más vulnerables
Quizás la conclusión más importante debe referirse a que, más allá de lo ya conocido de que la crisis ha afectado especialmente a los más vulnerables, el impacto negativo no sólo ha quebrado el presente sino que ha condicionado la base de las expectativas, la autoconfianza y los recursos de esos jóvenes más vulnerables. Dicho de otra manera: las personas menos preparadas, las clases sociales con menos recursos, han sufrido una merma coyuntural en su calidad de vida y, sobre todo, más allá de eso, un cercenamiento en sus expectativas, que los condenan a la resignación, a la renuncia a superar la crisis, a una vida ‘low cost’.
La investigación analiza las expectativas, necesidades y deseos de los jóvenes en relación a su formación y a sus perspectivas de incorporación al mercado laboral. En el estudio se abordan cuestiones como la utilidad percibida de los estudios cursados o su adecuación a las expectativas de las empresas; qué medidas reclaman para activar la contratación juvenil; lo que piensan de la labor de las administraciones en este terreno o si contemplan la emigración como alternativa de futuro, entre otras muchas